viernes, 17 de noviembre de 2017

Jornada 6: Picotas 58 - 30 Parque Aluche

Continuando con su particular montaña rusa, los Picotas terminaron la primera ronda con una victoria sin paliativos ante Parque Aluche, en un partido donde la superioridad en altura y peso se hizo patente desde el salto inicial.


Parque Aluche es un nuevo equipo en la competición, compuesto en su mayoría por chicos jóvenes, de estatura inferior al 1,80 y con músculos aún por desarrollar. Ante esta tesitura, la estrategia a seguir estaba clara, surtir de balones a los pivots para que aprovechasen su manifiesta superioridad. Sin embargo, el primer parcial de 8-0 en dos minutos llegó de manos de los jugadores exteriores, que se beneficiaban de los espacios generados y de las rápidas transiciones provocadas por una buena defensa y la captura de todos los rebotes.


Pero pronto las torres de Picotas cobraron más protagonismo, realizando buenas combinaciones entre ellas y abusando de sus rivales para anotar con facilidad en posiciones cercanas.


Parque Aluche tuvo que cambiar su defensa zonal a individual para intentar paliar el escarnio que estaban sufriendo, pero los Picotas continuaban saliendo con velocidad tras capturar el rebote o robar el balón, por lo que no notaron el cambio de defensa.


En un primer cuarto para enmarcar, los Picotas habían sentenciado el partido: 22-0. El resto ya era historia, pero aún así había que jugarlo.


Con defensa individual hubiera sido un buen momento para aprovechar aún más los centímetros y kilos de los hombres interiores, jugando un dos contra dos en un lateral con el resto de jugadores bien abiertos en el otro lado, pero eso es pedirles demasiado a unos Picotas carentes del entrenamiento necesario para mecanizar todos estos movimientos básicos. Así que el ímpetu y el orgullo sacado por Parque Aluche dio los frutos esperados. El ataque de los de amarillo se fue espesando y el acierto en los tiros, empobreciendo.


16 minutos después del salto inicial llegó la primera canasta de Parque Aluche en forma de triple y, seguidamente, llegaría otro, esta vez a tabla y no voluntaria, pero que valía lo mismo que el anterior. El resultado 32-8 al término de la primera mitad refleja lo sucedido durante este cuarto.






















Ya en la segunda parte, los Picotas volvieron a recuperar el acierto y las ganas de intentar pasarlo bien y, al igual que hicieron en el primer cuarto, endosaron a sus rivales un parcial de 8-0 en menos de tres minutos. Un jugador de Parque Aluche fue sancionado con técnica por ir en actitud desafiante contra otro de Picotas, amenazando con emponzoñar un partido que estaba transcurriendo tranquilo, dentro de los cauces de la deportividad, y que no tenía ninguna necesidad de poner en riesgo la integridad de los jugadores por un lance absurdo. Por suerte, la cosa no pasó a mayores y el encuentro continuó sin mayor problema. Los Picotas se distanciaron un poco más y parecía que llegarían a la sextena sin mucho esfuerzo.


El marcador al final del cuarto fue 48-17, gracias a un par de tiros anotados por Parque Aluche en el último minuto.


Al comienzo del último cuarto, los visitantes aumentaron su intensidad defensiva, (bendita juventud) presionando desde mitad de cancha, aunque fue bien solventada por los jugadores de Picotas, que eran capaces de hacer llegar el balón a sus pivots. Sin embargo, el aciago porcentaje en los tiros cercanos y la obcecación por terminar las jugadas una vez el balón llegaba a esas posiciones, mermó las opciones de engordar la estadística. Durante nueve largos minutos, los gualdeses no encestaron ni un solo punto, dando al traste con la buena imagen mostrada hasta el momento.


Parque Aluche aprovechó para meter unos cuantos puntos, mejorando así la paupérrima anotación del principio, y ganarle el cuarto a los Picotas 10 a 13. Un hecho que, más allá de la anécdota, sirve para recordar que no hay rival pequeño y que buena parte de las opciones de victoria dependen de la concentración y la actitud.

El resultado final Picotas 58 - 30 Parque Aluche dejó una victoria más en el casillero picotil, que acaba la primera vuelta con balance neutro, tres victorias y tres derrotas, pero también dejó la sensación de haber podido hacer más.

Incidencias: En un lance del juego, Antonio cargó un rebote ofensivo con el brazo tras ser agarrado repetidas veces por el jugador número 2 de Parque Aluche, que salió despedido. Tras pitar la falta, éste se fue en actitud amenazante, reclamando la acción al jugador de Picotas, pero el árbitro estuvo rápido y sus compañeros también, consiguiendo relajar la situación y sancionando con técnica al jugador de Parque Aluche.

Árbitro: Notable. En un partido tranquilo y cómodo, supo gestionar con rapidez el único momento de tensión vivido, hablando para normalizar la situación y sancionando como era debido.

Lo mejor: El demoledor parcial de 26-0 que dilapidó cualquier opción de partido igualado y que cuatro de los seis jugadores de Picotas que participaron en el partido anotasen más de diez puntos.

Lo peor: La sequía anotadora del último cuarto y no haber logrado dos objetivos que al inicio del partido parecían asequibles: superar los 60 puntos y ganar por más de 30.

Estadísticas:


sábado, 11 de noviembre de 2017

Jornada 5: CB Pozuelo 59 - 29 Picotas

Como ya decía la jornada pasada, el juego interior de los Picotas iba a pasar por serios aprietos merced a las ausencias de sus tres pivots. Así que sin un referente interior, se presentaron a su cita semanal con el baloncesto para enfrentarse a CB Pozuelo, toda una incógnita de equipo a pesar de ser su segundo año en la competición.


Los Picotas y el árbitro tuvieron la deferencia de esperar a sus rivales, que no eran suficientes para empezar el partido a la hora, y a los pocos minutos aparecieron varios jugadores más y el encuentro pudo disputarse.


La estrategia planteada por los visitantes ante el abundante juego interior de CB Pozuelo, fue cerrarse en la zona para ayudar dentro, a pesar del riesgo que suponía una mañana acertada en los triples. Pero una cosa es cerrarse y otra muy distinta es no hacer intención siquiera de puntear los tiros. De esta forma, pronto quedó claro que el domingo no iba a ser un gran día. El inapelable parcial de 0-10, incluyendo dos triples, no dejaba dudas. Pero la sangría venía en el rebote, justo lo que se estaba intentando fortalecer al permitir los tiros exteriores. CB Pozuelo disfrutaba de segundas o terceras oportunidades en cada ataque. La falta de costumbre en cerrar el rebote, normalmente se palia con la superioridad en centímetros, pero esta vez no era tal y no hubo la actitud necesaria para suplirla. La escasez de efectivos también influyó a la hora de mostrar más intensidad.


El marcador 20-6, cuatro triples incluidos, presagiaba tres complicados cuartos por delante.


El ritmo anotador de CB Pozuelo no aflojó en el siguiente periodo. Los Picotas estaban completamente desarbolados y faltos de ideas. Seguían sin cerrar el rebote. Además había que sumar las numerosas pérdidas absurdas en el primer pase. Las líneas estaban bien cubiertas y en lugar de intentar algún uno contra uno, CB Pozuelo robaba el balón con facilidad tras cortar pases flojos y sencillos de interceptar. Así que la actividad ofensiva de los Picotas se limitaba a tirar de tres con nula efectividad, tras dar un pase como máximo.


A la conclusión de los dos primeros cuartos, CB Pozuelo se iba al descanso con 28 puntos de ventaja, 38-10, y una proyección de 80 puntos al final del partido. Los Picotas tenían que reaccionar si no querían llevarse una de las palizas de la temporada.


























No les acompaña el físico, tampoco están teniendo fortuna con las circunstancias externas, pero aún conservan las ganas de divertirse y demostrar que saben algo de esto. Así que apelando al orgullo, que es lo único que podían hacer, los Picotas enfrentaron el tercer cuarto con el objetivo de no dejarse avasallar. Y, digamos que lo consiguieron en un 75%. Efectivamente, la defensa mejoró. CB Pozuelo no anotó hasta el minuto 5 y en todo el cuarto sólo obtuvo 9 puntos. La nota negativa fue que Picotas se estancó en ese mismo minuto y su triste anotación fue de 4 puntos. Otro parcial perdido, pero al menos el vendaval se había mitigado.


El último cuarto, de trámite, se convirtió en un correcalles. Los Picotas pudieron contraatacar y engordar un poco las estadísticas mientras que CB Pozuelo, a medias entre la relajación y la fatiga, no defendía con la misma intensidad. Al fin llegaron los triples, cuando ya no servían para nada, y pocos en comparación con los intentados, pero aún así, suficientes para ganar el cuarto 12-15, al menos, y dejar el marcador final en CB Pozuelo 59 - 29 Picotas.


Incidencias: partido limpio, sin incidencias reseñables.


Arbitraje: correcto. Dejó sin sanción una posible antideportiva al inicio del encuentro para evitar tener que expulsar a alguien en un partido de plantillas cortas, pero advirtió de que, si lo había hecho una vez, debía mantenerlo durante todo el partido. Permitió el contacto por el bien de la fluidez del juego y dialogó con todo aquel que reclamó alguna acción.


Lo mejor: acabar el partido con fuerzas suficientes para salir al contraataque y ganar el último cuarto.


Lo peor: las constantes perdidas de balón en el primer pase y el desorden en ataque, abusando del tiro exterior sin acierto ni actitud en el rebote.


Estadísticas:


Jornada 4: San Cristóbal 69ers 38 - 53 Picotas

Trabajada victoria la que obtuvieron los Picotas está jornada, demostrando que poco a poco van cogiendo el ritmo de competición. Era la primera vez que se enfrentaban a San Cristóbal 69ers, equipo del que apenas habían visto unos minutos, pero que mirando los resultados en la clasificación, apuntaba a que no iba a ser fácil cosechar los dos puntos.


El primer cuarto comenzó con un parcial de 0-7 a favor de los Picotas, que lanzaban con acierto tanto desde dentro como desde fuera. Pronto, San Cristóbal se repuso, devolviendo el parcial en escasos dos minutos. Mucho tuvieron que ver las constantes pérdidas de balón, con pases a ninguna parte o a jugadores bien cubiertos, algo que habrá que pulir de cara a sucesivas jornadas. Un nuevo triple volvió a dar ventaja a los de morado, dejando el marcador al final del cuarto en 7-10.


En el segundo cuarto el equipo se descompensó atrás y San Cristóbal aprovechó la coyuntura para ponerse por delante. El ataque no funcionaba mejor que la defensa. Los locales subieron sus líneas haciendo más difícil la circulación del balón y, demasiado estáticos, los Picotas no encontraban buenas líneas de pase. El partido se trabó con la señalización de varias faltas inexistentes, algunas de ellas demasiado claras como para pensar en un error. El largo tiempo que estuvo el balón parado evitó que San Cristóbal se distanciara. Aún así, se fueron al descanso tres arriba, 18-15.


Fue en este momento cuando Sergio fue a pedir explicaciones al árbitro por una falta que le había sancionado en un choque donde él además se llevó la peor parte. Una pugna por un balón que no era posesión de nadie y en la que, si alguien cometió falta, desde luego no fue el 15. Una vez más, el árbitro fue incapaz de dar explicaciones sobre lo que había señalizado, la conversación dio paso a una técnica, seguida de otra que acabó con la descalificación de Sergio. Hecho del que pocos se enteraron por lo extraño de lo sucedido y que diezmaba peligrosamente el juego interior de los Picotas.

Imagen del absurdo al tener que abandonar el banquillo tras las dos técnicas



Sin embargo, como sucede en muchas ocasiones, un suceso adverso sirve para despertar del letargo y, lo que en un primer momento parece ser una mala noticia, se convierte en acicate para darle la vuelta a la situación.


Apretando las clavijas en defensa, los Picotas evitaron canastas fáciles y consiguieron salir en contraataque. El ritmo del partido se hizo más fluido, lo que beneficiaba a los visitantes, pero San Cristóbal no le perdía la cara al encuentro y bien tirando desde fuera, bien penetrando hasta el medio de la zona, volvía a darle la vuelta al marcador. Fueron momentos de incertidumbre en los que no había un dominador claro del juego. Hasta que tras un parcial de 0-6 y un triple posterior, los Picotas se adelantaban de seis a falta de un minuto para terminar el cuarto, aunque San Cristóbal volvía a acortar distancias para irse al descanso 30-33.


Sin embargo, los Picotas habían encontrado la dinámica para llevarse el partido. Tenían el ritmo y no lo dejaron escapar. Primero contestaron con un triple y un rápido contraataque a un tiro de 6,25 convertido por San Cristóbal. Después, les secaron durante eternos minutos, en los que los de amarillo no consiguieron anotar un solo punto, recibiendo además un parcial de 0-8 que dejaba casi sentenciado el partido. Y ya en los últimos minutos, siguieron viendo el aro con acierto para poner un marcador final de San Cristóbal 69ers 38 - 53 Picotas.




Incidencias: en un choque por la disputa de un balón, Sergio salió lesionado en la zona de las costillas. Aunque no hay fisura, se estima que esté un mes de baja. Ese encontronazo sería el inductor de su expulsión.


Arbitraje: malo tirando a nefasto. Pitó muchas faltas que claramente no lo eran y dejó sin sancionar otras demasiado evidentes como para pensar que de verdad no las hubiera visto. Tampoco mantuvo un criterio durante todo el partido, sembrando de dudas a los jugadores, que no sabían dónde colocar el listón del contacto en cada acción. Poco comunicativo, expulsó a Sergio por solicitar explicaciones sobre la falta sancionada cuando recibió el golpe anteriormente mencionado. Pasan los años y no gana experiencia. Otro claro exponente de quien está ahí para llevarse la pasta sin importarle su oficio.


Lo mejor: haber tenido que sufrir y ponerse serios para conseguir la victoria y haberlo hecho con ánimo e ilusión.


Lo peor: la lesión y posterior expulsión de Sergio, que deja a los Picotas en cuadro en el juego interior de cara al próximo partido.

Estadísticas:


domingo, 29 de octubre de 2017

Jornada 3: Picotas 35 - 55 Basket Botellín

No pudo ser. La derrota de esta jornada no dejará en mal estado las aspiraciones baloncestisticas de los Picotas. Fue un partido previsible, que siguió el guión establecido otros años y que no tendrá mayor relevancia esta temporada que los puntos que se otorgan en la clasificación.


Aunque el partido no arrancó bien, el poco acierto en los tiros libres de Basket Botellin evitó que se distanciaran en el marcador desde el inicio. Los locales no conseguían parar las penetraciones laterales de sus rivales, llegando tarde a puntear los tiros y cayendo en las fintas, que tras desbordarles, servían para doblar el balón a un compañero desmarcado que entraba por el centro y anotaba con facilidad. Sin embargo, el buen acierto desde la línea de tres mantuvo a los de amarillo dentro del partido, terminando el cuarto en un esperanzador 12-13.


Mantener ese nivel de efectividad era una tarea harto complicada y pronto se vio que no iba a ser el día para dar la sorpresa. La fatiga en algunos jugadores comenzó a hacer mella. Se perdieron varios balones en pases flojos sin un destinatario claro, no había movimiento y los visitantes defendían sin esfuerzo logrando contraataques sin oposición. De esta forma, fueron obteniendo pequeños parciales de 0-6 que dejaron el marcador al final del cuarto en 18-31. Los Picotas asumieron la derrota antes de que se produjera, sabedores de una remontada poco probable y sin ánimo suficiente para intentarlo, pero al menos con la determinación de no dejarse llevar y hacer un papel lo más digno posible.



























En el tercer cuarto, el juego se hizo más espeso. El intercambio de canastas favorecía a los de negro, pues les servía para mantener su ventaja, pero tampoco les vino mal a sus oponentes, que daban por bueno acabar el partido con ese marcador. Incluso llegaron a acercarse a 11 a falta de dos minutos para el descanso. Tres tiros exteriores convertidos volvieron a poner tierra de por medio para terminar el cuarto 26 - 44.


En un último cuarto sin trascendencia, anotar se puso caro. Ambos equipos acusaban el cansancio, a pesar de que esto se hacía más patente en los de amarillo, que erraron muchos tiros y a los que les costó encestar. Por su parte, Basket Botellín tampoco estuvo demasiado acertado y la anotación decayó.


En los minutos finales del encuentro, con todo decidido, defendieron a todo el campo incluso presionando los saques de fondo, quizá con la intención de hacer sangre en la herida o quizá para superar la sextena, quién sabe. Mas los Picotas supieron solventarla con solvencia y el partido finalizó con un digno Picotas 35 - 55 Basket Botellín.


Incidencias: sin incidencias reseñables. El partido discurrió en su mayor parte por los cauces de la deportividad. Como siempre, un jugador concreto de BB se mostró excesivamente duro en sus faltas, e hizo comentarios que no venían a cuento, pero no hubo ningún conato de trifulca y el encuentro terminó sin lesionados.


Arbitraje: notable. No tuvo errores de bulto. Algunas faltas inexistentes no fueron sancionadas y otras que sí lo fueron, se quedaron en el limbo, pero su actuación general fue bastante buena. Pitó una antideportiva aplicando la nueva normativa que podría haberse ahorrado.

Lo mejor: haber mantenido un nivel defensivo aceptable, mejorando el de los anteriores partidos y ver que ya empiezan a entrar los tiros.

Lo peor: el exceso de dureza en algunas faltas fue desmedido y no tiene sentido en una liga en la que no nos jugamos nada.

Estadísticas:




sábado, 21 de octubre de 2017

Jornada 2: Picotas 55 - 41 Évora Marketeam

Tras el tropiezo de la primera jornada, los Picotas, esta vez con más efectivos y ante un rival menos exigente, pudieron resarcirse con un partido aceptable.


En el cinco inicial que saltó a pista se encontraba Javier, el nuevo fichaje de Picotas, que tuvo una actuación notable aportando criterio, buena defensa y tiro exterior. No estuvo nada egoísta como a veces sucede en un debut, en el que por la necesidad de hacerlo bien uno puede confundirse intentando meter muchos puntos, cuando no es eso de lo que se trata.


El primer cuarto discurrió tranquilo. La tónica eran los fallos. Mientras que Évora lanzaba de tres con poco acierto, los Picotas lo intentaban también desde distintas posiciones pero con mejor destino. La defensa era floja y eso permitió que Évora anotara algún tiro de media distancia. No obstante, el resultado de empate a 12 parecía sospechosamente abultado para lo visto sobre el parqué. Luego veremos por qué.


En el segundo cuarto la tónica fue similar, aunque en el inicio, unas canastas en las que la suerte estuvo presente, incluido un triple a tabla, y el 100% en tiros libres, permitió que Évora les endosara un parcial de 0-7 que hacía saltar las alarmas. La defensa de Picotas distaba mucho de la presentada en algunos tramos de la temporada anterior y eso permitía que los visitantes mejoraran sus porcentajes a medida que se acercaron al aro.


La defensa de Évora estaba muy cerrada, pero los Picotas supieron mover bien el balón para encontrar un tiro cómodo o una buena combinación entre pivots con la que anotar bajo el aro. De esta forma, poco a poco, fueron recuperando la desventaja adquirida para conseguir llegar al descanso con un aceptable empate a 25.


Todos sabían lo que había que mejorar si querían llevarse la victoria, de modo que, sin muchas directrices, sino más bien con un acuerdo tácito, los Picotas saltaron a la cancha con la intención de no dejar ni una canasta fácil más. Los resultados no se hicieron esperar. Un triple y tres contraataques consecutivos lanzaron a los locales, que en el minuto 8 y tras un parcial de 14-0, concedieron la primera y única canasta en juego de todo el cuarto. Merced a este buen trabajo, el partido quedó dictado para sentencia a falta de un cuarto, con los jugadores de Évora agotados físicamente. El 43-28 fue una buena muestra de lo que debería ser la tónica en el resto de partidos.


En la recta final, tras un intercambio de canastas, los de amarillo alcanzaban su máxima ventaja en el minuto 5 (50-32), lo que propició cierto relajamiento que Évora aprovechó para intentar volver a meterse en el partido. De nuevo la pasividad defensiva permitió tiros fáciles y segundas y terceras jugadas por no cerrar el rebote. Hubo que pedir un tiempo muerto para poner un poco de orden y aclarar las ideas, con el fin de no pasar apuros en los últimos minutos. No hubo percances y los Picotas se llevaron la victoria, primera de la temporada y que les sitúa terceros en la clasificación. El resultado final: Picotas 55 - 41 Évora Marketeam.


Incidencias: En el primer cuarto, el mesa anotó una canasta de 5 puntos a Évora, como se puede apreciar en la imagen, por ese motivo terminó el cuarto con empate a 12.

Muchos jugadores estaban contrariados porque no recordaban haber recibido tantos puntos. El resultado debería haber sido 12-9 y, por lo tanto, el marcador final 55 - 38. También anotó una canasta al número 15 de Évora, que no existe. Creo que sí fue real y simplemente se confundió de número, pero también podría ser que robara a Picotas dos puntos más.


Arbitraje: inconcluso y carente de criterio, se dejó llevar más por las protestas que por lo que verdaderamente estaba pasando. Pitó dos antideportivas de las que aún no estamos acostumbrados pero que ya se empiezan a ver en ACB. Quizá un poco rigurosas. Dejó sin sanción multitud de acciones de apartar con un brazo para poder tirar mejor con el otro, aunque en su defensa diré que no siempre se pitan, tiene que ser muy evidente la ventaja obtenida. Tampoco fue un partido bronco, por lo que su actuación no trascendió al resultado final.


Lo mejor: conseguir una victoria cómoda ante un rival correoso y el esperanzador debut Javier.


Lo peor: la blanda defensa en tres de los cuatro cuartos, que se debe claramente a la falta de concentración, pues en uno al menos se pudo ver que saben como se hace.


Estadísticas: Nota: Dos puntos y un tiro libre errado, fueron anotados sin poner el número, por lo que se quedan fuera de las estadísticas.




jueves, 12 de octubre de 2017

Jornada 1: Carabanchel Bobcats 51 - 18 Picotas

Arrancó la temporada 2017-18. Demasiado pronto, con incertidumbre, muchas ausencias, poco ánimo. Todo se ha desarrollado de una forma extraña. Sin saber si serían suficientes para empezar los partidos, los Picotas se inscribieron en la liga, fieles a su cita con el baloncesto los domingos. Pero tal y como había sido la pretemporada, no se podía esperar mucho del primer encuentro. Sin embargo, una vez más, el calendario les jugó una mala pasada y les enfrentó contra Bobcats, todo un desafío.

Con sólo cinco jugadores y dos de ellos mermados físicamente por atravesar un proceso gripal, la tarea de aguantar dignamente los 48 minutos se convirtió en una utopía.

El partido comenzó con posesiones largas. Los ataques por parte de ambos equipos eran espesos. Bobcats presionaba con mayor intensidad en defensa, lo que propició que los Picotas realizasen pases al vacío y otras pérdidas de balón similares, justo lo que se habían propuesto evitar antes del inicio. Un tiempo muerto sirvió para calmar esa necesidad de soltar el balón a quien fuera, pero anotar seguía costando un mundo y los puntos solo llegaron  en acciones individuales que mezclaban la decisión, el ímpetu y la suerte a partes iguales.

El resultado al final del cuarto, 7 - 4, permitía hacer soñar con un partido igualado, pero las caras de agotamiento en los visitantes denotaban todo lo contrario.

El cansancio se hizo patente nada más empezar el segundo cuarto. Cada ataque comenzaba cuando sólo quedaban 10 segundos de posesión. No había fluidez en los pases porque no había movimiento alguno, así que todas las jugadas se resolvían con un tiro a la desesperada o en acción individual, sin posibilidad de cargar el rebote ofensivo.

Dos triples y dos contraataques consecutivos lanzaron a los Bobcats, que por fin rompieron el partido consiguiendo una ventaja de 13 puntos en un abrir y cerrar de ojos, dilapidando las escasas esperanzas que tenían nuestros héroes de mantenerse en el encuentro. Al bajón físico se le unió el bloqueo mental, que era, hasta el momento, la única fuerza que mantenía en movimiento los brazos y las piernas de los de amarillo.

El primer tiempo finalizó 23 - 7. Demasiada distancia cualquier otro día, pero más aún el pasado domingo, dadas las circunstancias.

Con la moral por los suelos y los pulmones sin dar abasto, los Picotas ni siquiera hicieron ademán de continuar en movimiento y lanzar un poco en la nueva canasta durante el descanso. Caras largas pero al menos con la determinación de no dejarse llevar y continuar lanzando en cada ataque, sin desperdiciar balones en pérdidas evitables.

Esa fue la tónica del tercer cuarto: llegar andando o como buenamente se podía hasta el campo rival, que no lo ponía fácil, presionando el saque y a toda cancha en periodos de tiempo alternativos, dar un pase o dos a lo sumo e intentar una acción ofensiva que terminaba en tiro de media distancia. Excepto en una ocasión, el resto se tradujo en fallo. En algunos casos eran tiros forzados, en otros eran desde buenas posiciones, pero el resultado siempre el mismo. La pelota no entraba y las piernas no daban para luchar el rebote.

Bobcats tampoco estuvo especialmente lúcido en este cuarto (25 - 9, minuto 7) y sólo en los últimos minutos, maquilló el marcador con un parcial de 7 - 0 para dejarlo en 32 - 9 al final de los 12.

Sin ninguna esperanza y deseando que acabase el suplicio, los Picotas encararon un último cuarto de trámite. La dinámica fue similar a los anteriores, con la salvedad de que entró algún tiro más. El 14-34 del minuto 5 hubiera sido un resultado digno tras lo visto sobre el parqué. No obstante, aún quedaba bastante hasta el pitido final y los locales aprovecharon para realizar varios contraataques de dos contra nadie o tres contra uno, siempre en superioridad, siempre por delante, con los que volvieron a endosar un parcial de 0-13, alcanzando la máxima renta de todo el partido.

Al final el resultado fue Carabanchel Bobcats 51 - 18 Picotas. Derrota sin paliativos que deja un regusto amargo por la sensación de invalidez, de querer hacer más y no poder, y por los catastróficos porcentajes de tiro.





















Incidencias: en un partido de guante blanco, la nota gris la puso el accidente ocurrido al inicio del tercer cuarto, cuando un jugador de Bobcats cargó un rebote ofensivo que tenía controlado Inchausti, introduciendo un dedo en su cuenca ocular izquierda (lo que viene siendo un piquete de ojos en toda regla). Los Picotas tuvieron que pedir tiempo muerto para ver si su jugador se recuperaba y el cuarto se les hizo muy largo.

Lo mejor: obtener el punto que dan por la derrota. Siempre es mejor jugar, aunque sea así, que una incomparecencia.

Lo peor: constatar que el estado físico de los Picotas es aún peor de lo acostumbrado a inicios de temporada.

Arbitraje: correcto, sin sobresaltos ni errores de bulto. Se equivocó en algunas decisiones por mal posicionamiento en la cancha, pitando faltas inexistentes o a quien no las hizo, o fueras de banda favoreciendo a quien no correspondía, pero se mostró comprensiva y dialogante en todo momento. Tampoco hubo juego sucio ni el partido estuvo igualado como otras veces, por lo que su labor fue más sencilla de lo habitual.

Estadísticas:





sábado, 7 de octubre de 2017

Subcampeones 2016-17

Quién lo iba a decir. Cuando el grueso de la plantilla se acerca - o rebasa- peligrosamente a la cuarentena, los Picotas se marcan la mejor temporada de su historia. 15 victorias y sólo 3 derrotas.

Desde la fundación de este club, el objetivo, no me cansaré de repetirlo, siempre ha sido pasarlo bien. Hemos compartido tantos buenos momentos dentro y fuera de las canchas, que el hecho de quedar terceros o séptimos en la clasificación era lo de menos.

Sin embargo, aunque eso es cierto, también lo es que, perdiendo, uno se divierte menos que ganando. Al menos en lo que se refiere al equipo como conjunto (ganar sin jugar un minuto siempre me ha parecido muy aburrido). De modo que, en el fondo de nuestras conciencias, año tras año quedaba el resquemor de poder hacer un poco más, de dar un pequeño paso adelante que nos llevase a alcanzar cotas más altas, de abandonar ese aire de pasotismo que a veces se confunde en el límite entre divertirse y entretenerse.

Y así, con un acuerdo tácito no mencionado, los astros se alinearon para que cada integrante se sacrificara de la forma que pudiera, poniéndole un poco de seriedad al asunto, sin perder el lado lúdico, y así sacar adelante cada situación adversa a la que se enfrentaron.

Este año hemos tenido todo tipo de partidos. Los ha habido muy ajustados, como aquel que se ganó en la prórroga contra Royals; con polémica, como en la derrota contra Basket Botellin en la primera vuelta. Algunos se ganaron con autoridad, cuando y como se quiso; en otros, costó más llevarse la victoria. Recuerdo cómo Evora Marketeam nos puso contra las cuerdas hasta el último cuarto, siempre a remolque, mientras ellos anotaban todo lo que pasaba por sus manos.

La pasada temporada vivimos multitud de sucesos: el ocaso de un clásico, nuestros rivales acérrimos, Power Rangers, que tras largos años de disputas más allá de lo deportivo, este año, nuestros enfrentamientos han sido de los partidos más limpios y con menos roces que se recuerdan; la aparición de unos jugadores, que cual fantasmas, se materializaron para ayudar a CB Pozuelo a derrotarnos y, después, no volver más; un equipo de veteranos cambiando el quinteto entero en un mismo cuarto; nos han acompañado las goteras, convirtiendo cada jornada en una incógnita, sin que ayuntamiento, distrito, federación o gestión privada tomasen cartas en el asunto, total, son los cuatro frikis del baloncesto, a quién le importan.

Pero, a pesar de todo, una temporada inolvidable.

El acto de entrega de trofeos, más allá de la anécdota que es, sirvió para volver a juntar a la familia picotil, jugadores, parejas e hijos, en un bonito homenaje que merece la pena ser recordado.







Continúo con mi romántica idea de que tal vez, dentro de muchos años, le contéis a vuestros nietos que jugabais al baloncesto en un equipo muy peculiar, único, y que no lo hacíais mal del todo, hasta llegasteis a quedar segundos en una ocasión. Después, ante la cara de incredulidad de vuestros pequeños, que se habrán quedado pensando cómo es posible que su abuelo haya sido joven alguna vez, le pediréis al vacío que se lo demuestre. Entonces, la IA de vuestro hogar rebuscará entre los rincones más recónditos de las obsoletas bases de datos de algún servidor no cuántico, y quizá, con un poco de suerte, proyecte sobre vuestra pared este post.

No quiero ni oíros decir que es buen momento para retirarse, habiendo alcanzado el máximo nivel al que podemos aspirar. Nos merecemos seguir adelante, disfrutando de nuestra compañía y compartiendo unos minutos practicando esta tontería de tirar una pelota a ver si entra por un aro, que tanto nos gusta.

martes, 14 de febrero de 2017

Crónica jornada 15: Évora Marketeam 28 - 35 Picotas

El Évora Marketeam - Picotas de esta semana no pasará a la historia como uno de los mejores partidos. El marcador 28-35 no da lugar a engaño. Todo empezó torcido. La copiosa lluvia cayendo desde el día anterior sin parar no auguraba buenos presagios. Al llegar, el rival de esta semana no parecía muy por la labor de disputar el encuentro, aunque sólo unos pequeños charcos fácilmente absorbidos por toallas, impedían la práctica de nuestro amado deporte. El árbitro no aparecía y el tiempo pasaba, hasta que por allí se dejó caer nuestro amigo Valverde, sí, otra vez él, y dijo que el campo estaba en buenas condiciones y que en un minuto arrancaba el partido. Así, con una temperatura aproximada de 12 grados y con el chándal puesto, tuvieron que empezar ambos equipos.

Se habló, en el poco tiempo del que dispusieron mientras se desvestían, de salir desde el principio defendiendo al hombre. Incluso se especuló con defender presionando a todo el campo. Todo quedó en nada. Buenos propósitos pero poco calentamiento. Las cabezas no estaban preparadas para soportar el esfuerzo físico necesario para llevar a cabo esta defensa, y se optó por una típica zona 3-2 pachanguera, a pesar de que ya es sabido que si no se está muy activo con esta disposición, se dejan muchos huecos que tiradores certeros pueden aprovechar. Y lo pagaron caro. Cuatro ataques, cuatro tiros errados, cuatro defensas, parcial de 8-0. La caraja fue cortada con un tiempo muerto y, esta vez sí, comprendieron que era necesario un cambio de actitud para entrar en el partido, y esto sólo llegaría defendiendo en individual. Lentamente pero con paso firme, a base de impedir cualquier tiro cómodo y salir en rápidas transiciones, los Picotas devolvieron el parcial en los últimos minutos para dejar el marcador en empate a 10.

No obstante, a pesar de que muchas veces es clave defender bien para poder atacar, es cierto que si la pelotita no entra, no ganas. En el segundo cuarto asistimos a todo un recital de tiros fallados. De lejos, de cerca, debajo del aro, libres de marca, con un rival punteando el tiro… Nada. No hubo manera. Una pírrica canasta, en un contraataque, en todo el cuarto fue el triste bagaje que obtuvieron. Por suerte, Évora no hizo sangre de esta circunstancia y el cuarto finalizó 16-12.

A la vuelta del descanso, los Picotas continuaron con su racha de desaciertos. Está claro que cuando fallas varios tiros seguidos, cuesta reponerse. Pierdes la confianza y, teniendo en cuenta que no realizan ningún tipo de entrenamiento entre semana, es lo único que no puedes perder para conseguir anotar. De esta forma, los locales mantenían su ventaja adquirida, por corta que fuese, sin que los de amarillo pudieran hacer nada para remediarlo. El partido se escapaba poco a poco y el tiempo se iba agotando.

Sin embargo, a partir del minuto 9, Évora comenzó a mostrar síntomas de cansancio y los Picotas forzaron la máquina para correr aún más. Fruto de ello, un parcial final les puso, por primera vez en todo el partido, por delante en el marcador antes de la conclusión del cuarto. 22-23.

El último cuarto arrancó del mismo modo que había terminado el tercero, con los Picotas dispuestos a sentenciar el partido. En tres minutos aumentaron su ventaja a siete puntos, a simple vista, una distancia corta, pero teniendo en cuenta el ritmo del encuentro y lo difícil que resultaba anotar, la diferencia se antojó un mundo para los de azul, que perdieron la concentración y comenzaron a hacer jugadas en solitario sin ningún fruto. La buena defensa provocó que en dos ocasiones Évora agotase los cinco segundos que tiene un jugador para sacar de banda y, en otras dos, la posesión. Ya en los últimos minutos, los visitantes controlaron el tempo para evitar pérdidas absurdas (con éxito dispar) y no sufrir una remontada inoportuna. Ésta no llegó y el marcador final se quedó en el exiguo 28-35 que comentaba al principio de esta crónica. Un pobre resultado que dejó insatisfechos a los integrantes de la plantilla, sabedores de que a pesar de haber conseguido la victoria, se sufrió y se corrió demasiado, dejando patente que no hay rival pequeño y que hay que salir concentrados y a darlo todo desde el primer minuto hasta el pitido final y contra cualquier equipo.

Lo mejor: Ser capaces de aumentar la intensidad cuando el partido lo necesitaba y sobreponerse a una mañana aciaga en el tiro desde cualquier posición.

Lo peor: Una vez más, y ya he perdido la cuenta de las que van este año, la pésima actuación arbitral del mismo de siempre, no dejó contentos ni a unos ni a otros, salvo que esta vez los Picotas supieron contenerse y no protestar demasiado.

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