martes, 14 de febrero de 2017

Crónica jornada 15: Évora Marketeam 28 - 35 Picotas

El Évora Marketeam - Picotas de esta semana no pasará a la historia como uno de los mejores partidos. El marcador 28-35 no da lugar a engaño. Todo empezó torcido. La copiosa lluvia cayendo desde el día anterior sin parar no auguraba buenos presagios. Al llegar, el rival de esta semana no parecía muy por la labor de disputar el encuentro, aunque sólo unos pequeños charcos fácilmente absorbidos por toallas, impedían la práctica de nuestro amado deporte. El árbitro no aparecía y el tiempo pasaba, hasta que por allí se dejó caer nuestro amigo Valverde, sí, otra vez él, y dijo que el campo estaba en buenas condiciones y que en un minuto arrancaba el partido. Así, con una temperatura aproximada de 12 grados y con el chándal puesto, tuvieron que empezar ambos equipos.

Se habló, en el poco tiempo del que dispusieron mientras se desvestían, de salir desde el principio defendiendo al hombre. Incluso se especuló con defender presionando a todo el campo. Todo quedó en nada. Buenos propósitos pero poco calentamiento. Las cabezas no estaban preparadas para soportar el esfuerzo físico necesario para llevar a cabo esta defensa, y se optó por una típica zona 3-2 pachanguera, a pesar de que ya es sabido que si no se está muy activo con esta disposición, se dejan muchos huecos que tiradores certeros pueden aprovechar. Y lo pagaron caro. Cuatro ataques, cuatro tiros errados, cuatro defensas, parcial de 8-0. La caraja fue cortada con un tiempo muerto y, esta vez sí, comprendieron que era necesario un cambio de actitud para entrar en el partido, y esto sólo llegaría defendiendo en individual. Lentamente pero con paso firme, a base de impedir cualquier tiro cómodo y salir en rápidas transiciones, los Picotas devolvieron el parcial en los últimos minutos para dejar el marcador en empate a 10.

No obstante, a pesar de que muchas veces es clave defender bien para poder atacar, es cierto que si la pelotita no entra, no ganas. En el segundo cuarto asistimos a todo un recital de tiros fallados. De lejos, de cerca, debajo del aro, libres de marca, con un rival punteando el tiro… Nada. No hubo manera. Una pírrica canasta, en un contraataque, en todo el cuarto fue el triste bagaje que obtuvieron. Por suerte, Évora no hizo sangre de esta circunstancia y el cuarto finalizó 16-12.

A la vuelta del descanso, los Picotas continuaron con su racha de desaciertos. Está claro que cuando fallas varios tiros seguidos, cuesta reponerse. Pierdes la confianza y, teniendo en cuenta que no realizan ningún tipo de entrenamiento entre semana, es lo único que no puedes perder para conseguir anotar. De esta forma, los locales mantenían su ventaja adquirida, por corta que fuese, sin que los de amarillo pudieran hacer nada para remediarlo. El partido se escapaba poco a poco y el tiempo se iba agotando.

Sin embargo, a partir del minuto 9, Évora comenzó a mostrar síntomas de cansancio y los Picotas forzaron la máquina para correr aún más. Fruto de ello, un parcial final les puso, por primera vez en todo el partido, por delante en el marcador antes de la conclusión del cuarto. 22-23.

El último cuarto arrancó del mismo modo que había terminado el tercero, con los Picotas dispuestos a sentenciar el partido. En tres minutos aumentaron su ventaja a siete puntos, a simple vista, una distancia corta, pero teniendo en cuenta el ritmo del encuentro y lo difícil que resultaba anotar, la diferencia se antojó un mundo para los de azul, que perdieron la concentración y comenzaron a hacer jugadas en solitario sin ningún fruto. La buena defensa provocó que en dos ocasiones Évora agotase los cinco segundos que tiene un jugador para sacar de banda y, en otras dos, la posesión. Ya en los últimos minutos, los visitantes controlaron el tempo para evitar pérdidas absurdas (con éxito dispar) y no sufrir una remontada inoportuna. Ésta no llegó y el marcador final se quedó en el exiguo 28-35 que comentaba al principio de esta crónica. Un pobre resultado que dejó insatisfechos a los integrantes de la plantilla, sabedores de que a pesar de haber conseguido la victoria, se sufrió y se corrió demasiado, dejando patente que no hay rival pequeño y que hay que salir concentrados y a darlo todo desde el primer minuto hasta el pitido final y contra cualquier equipo.

Lo mejor: Ser capaces de aumentar la intensidad cuando el partido lo necesitaba y sobreponerse a una mañana aciaga en el tiro desde cualquier posición.

Lo peor: Una vez más, y ya he perdido la cuenta de las que van este año, la pésima actuación arbitral del mismo de siempre, no dejó contentos ni a unos ni a otros, salvo que esta vez los Picotas supieron contenerse y no protestar demasiado.

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martes, 7 de febrero de 2017

Crónica jornada 13: Picotas 60 - 53 Royals

Emoción, entrega, rivalidad, suspense, nervios, errores, enfrentamientos, lucha, desgaste, defensa, contraataque, pérdidas, derrota, remontada, victoria. Todo esto y algo más se pudo ver el pasado domingo sobre la segunda cancha del pabellón Fco. Fernández Ochoa en un partido épico que necesitó de dos prórrogas para decidirse y que sirvió de bálsamo para las heridas sufridas en la jornada anterior.

Desde el principio se vio que los Picotas habían salido mucho más concentrados, sabedores de la importancia de este partido de cara a mantener la segunda plaza en la clasificación. Mas aunque la defensa 3-2 planteada era bastante móvil, no conseguía estar encima de sus rivales en el momento del tiro, y Royals, un equipo pensado por y para el triple, se aprovechó de ello. De este modo, cada canasta de dos de Picotas era contestada por una de tres, lo que llevó el marcador al 6-12 a mitad del cuarto. La reacción de los de amarillo llegó también desde la línea de 6,25 con dos triples consecutivos y después con varios contraataques les endosaron un parcial de 12-2 en los últimos 4 minutos para dejar el marcador en un vistoso 18-14.

El arreón del final del cuarto perduró durante el inicio del segundo y los Picotas alcanzaron por primera vez una renta de 10 puntos. Hasta el minuto 7 no consiguió Royals abrir su marcador y además su canasta fue rápidamente contestada con otro triple picotil. Sin embargo, una jugada de dos más uno y un triple consecutivo antes del pitido, empañaron un poco la gran labor defensiva realizada hasta el momento, dejando el marcador a la conclusión del segundo periodo en 29-22.

En el tercer cuarto comenzaron las hostilidades. Los pequeños roces producidos durante la primera parte se fueron agravando a medida que el partido ganaba en intensidad y surgieron los primeros rifirrafes que, por suerte, no llegaron a nada más. En lo meramente deportivo, el intercambio de canastas fue la tónica. Los jugadores de Royals se desgañitaban celebrando cada canasta como si hubieran ganado un campeonato, aunque éstas fueran contestadas de inmediato y la distancia se mantuviera constante. De esta forma se llegó al 43-36 al final del cuarto, pero aún quedaba uno más y las fuerzas ya andaban muy justas.

En el último cuarto el juego se espesó, la tensión fue en aumento. Cada canasta costaba un mundo y los porcentajes empeoraron. Royals recortó la brecha a tres puntos. Pero cometieron muchas faltas y a base de tiros libres, los Picotas seguían por delante en el marcador. Royals llegó a ponerse a dos, pero dos tiros libres convertidos volvieron a poner una ventaja de cuatro a favor de los locales a 1:20 del final.

Sin embargo, Royals no tiró la toalla, volvió a hacer la jugada repetida durante todo el partido y en esta ocasión, las ayudas defensivas no llegaron, dejando libre al jugador de la esquina para que lanzara de tres con comodidad. Dos ataques, seis puntos consecutivos y Royals por primera vez por delante en el marcador en todo el partido. Injusto castigo para unos Picotas que habían peleado mucho por la victoria y que a falta de 30 segundos para el final tenían un último ataque para redimirse.

Dado que los visitantes estaban en bonus, la idea era forzar una penetración buscando una canasta de dos, previendo que no defenderían al límite para evitar la falta. Pero la jugada no salió. El balón circulaba por el exterior y no había manera de encontrar un hueco. Al final tuvieron que lanzar de tres antes de agotar la posesión. La pelota no entró y el rebote fue capturado por Royals. Sus jugadores gritaban eufóricos creyendo que la victoria estaba cerrada. Los Picotas presionaron la salida del balón y a punto estuvieron de robarlo, pero se marchó por la banda. Mas no bajaron los brazos, continuaron presionando a todo el campo hasta el último segundo y fruto de esa presión, Royals sacó mal, la pelota no encontró ningún receptor y un jugador de amarillo fue más rápido que el resto para recogerlo debajo del aro y, aunque rápidamente llegaron tres oponentes para rodearlo, conseguir levantarse y anotar una canasta decisiva que llevaba el partido a la prórroga. 51-51.

Durante el tiempo extra, los Picotas cambiaron su defensa a individual, viendo que todo el juego estaba siendo acaparado por el mismo jugador y que la defensa zonal no alcanzaba a llegar a los tiros exteriores. El nerviosismo se palpaba en cada acción. Nadie quería arriesgar en un mal pase o en un tiro complicado. Los Picotas aprovecharon que su rival estaba en bonus para buscar alguna penetración con la que sacar una canasta fácil o ir a la línea de personal. Sin embargo, no hubo suerte y de 4 intentos solo convirtieron uno. Por su parte, Royals, que no había anotado nada en los cuatro primeros minutos de la prórroga, volvía a ponerse un punto por delante en el marcador a falta de segundos para la conclusión del partido. De nuevo los Picotas estaban contra las cuerdas, pero tenían una última posesión para enmendarlo. Tras una penetración que atrajo a la defensa y un pase a un compañero desmarcado, la pelota se negó a entrar, pero el rechace favoreció a los locales, que recibieron una falta, postergando la agonía. El primer tiro, con toda la presión, entró limpio. El segundo se escoró y ahí murió la primera prórroga, con empate a 53. Todo tendría que decidirse en otros cinco minutos de juego.

Esta vez los Picotas salieron a dar todo lo que les quedaba, concentrados y con confianza, sabedores de que hasta en dos ocasiones habían sido capaces de resistir. Royals siempre hacía la misma jugada, doble bloqueo al base que buscaba penetrar o escorarse para el triple, pero esta vez, siempre había un cambio que imposibilitaba su avance. La buena defensa propició dos robos de balón que acabaron en una canasta y tres tiros libres convertidos de cuatro intentos, para adquirir una ventaja de 5 puntos a falta de un minuto para el final. Royals, viendo que el partido se le escapaba, comenzó a lanzar tiros a la desesperada que no tocaban ni el aro, mientras que la buena defensa continuaba sin dejar una opción clara. Esta vez no hubo respuesta posible y un último contraataque de uno contra nadie certificaba la victoria para unos Picotas que salen reforzados después de haber ido ganando todo el partido, para posteriormente perderlo en dos ocasiones, volverse a recuperar y terminar ganando con autoridad.

El resultado final: Picotas 60 -  53 Royals.

Lo mejor: no tirar la toalla hasta el último segundo y tener la entereza mental para reponerse en los momentos más difíciles.

Lo peor: algunos encontronazos fuera de lo deportivo no tendrían que producirse en una competición lúdica en la que no tiene ningún sentido intentar hacer daño.

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