El primer partido de la temporada se presentaba lleno de incógnitas. El rival de esta joranda era C.B. Pozuelo, haciendo su primera aparición en el distrito. Indagando un poco por la red de redes, pude comprobar que hay equipos con el mismo nombre jugando en autonómica y preferente en todas las categorías. ¿Sería alguno de estos equipos semiprofesionales el que se encontraran los Picotas? Una búsqueda un poco más exhaustiva dio como resultado que el año pasado había un C.B. Pozuelo en el distrito de Latina, que quedó octavo en su grupo, así que todos esperábamos que fuera éste y no cualquiera de los otros, el que finalmente compareciera en pista. El aspecto, viendo su calentamiento no era ni de una cosa ni de la otra, pero nunca me gustó prejuzgar a nadie y menos aún por su apariencia.
Por los Picotas, primera convocatoria y primeras bajas: Óscar, que retorna este año después de una temporada en blanco; David Milla, convaleciente aún después de haber expulsado otra megapiedra; y Dani, que causa baja este año por tener otros compromisos, aunque deseamos que esta circunstancia sea pasajera y el año que viene vuelva a su club. Así que, esta vez eran siete los que tenían que dar la talla.
El encuentro comenzó frío, como no podía ser de otra manera, a pesar del calor reinante dentro del pabellón. Pronto se vio que la inactividad pasaba factura y, añadido a los habituales desajustes propios de los inicios de partido, se sumaba la falta de tacto y acoplamiento. La buena noticia es que a los locales les ocurría lo mismo. De modo que vivimos un primer cuarto para el olvido, donde nadie anotó hasta el minuto 5. A partir de esta primera canasta, los Picotas despertaron levemente y le endosaron a su rival un parcial de 0-8, poniendo de manifiesto que C.B. Pozuelo podría sufrir si sus rivales eran capaces de mover bien el balón y corrían un poco.
En el segundo cuarto, los locales apretaron en defensa evitando canastas fáciles y llevando en numerosas ocasiones a la línea de personal a los de amarillo. Este ritmo cansino cortó el conato de despegue y a los de verde les vino bien para tomar un respiro y acercarse en el marcador, que al final de la segunda parte marcaba un preocupante 9-14. Guarismos de un partido mediocre de balonmano.
El contrario daba muestras de poder ser derrotado, pero los Picotas no debían confiarse con una renta tan baja. De modo que la consigna era salir a por todas desde el principio de la segunda parte, intentar abrir brecha a base de contraataques y poder afrontar el último cuarto con mayor tranquilidad. Y así lo aplicaron.
Los ataques se hicieron más fluidos, se produjeron transiciones cada vez que hubo ocasión, entraron varios tiros de media y larga distancia y, poco a poco, la diferencia en el marcador se fue haciendo notable, hasta llegar a la máxima justo al final del cuarto: 17-32. En cuanto la defensa se volvió un poco más activa, todo se hizo más fácil.
Con el encuentro encarrilado, David tenía que marcharse, por lo que los Picotas se quedaban con un único cambio. Sin embargo, los locales aún no habían dicho su última palabra y, sacando fuerzas de no se sabe donde, defendieron en individual a toda pista. Esto, unido con la permisividad arbitral a la hora de enjuiciar los contactos, provocó una serie de pérdidas y canastas fáciles que propiciaron un parcial de 8-0 que los Picotas tuvieron que cortar con un tiempo muerto.
Los de C.B. Pozuelo se habían metido de nuevo en el partido, pero estaba en manos de los Picotas el volverlos a sacar. Un par de canastas de mérito dentro de la zona devolvieron la tranquilidad que supone el sobrepasar la barrera de los 10 puntos de diferencia. Aguantar el ritmo impuesto, para un equipo en la reserva, durante todo el cuarto, era demasiado. A partir de este momento, el partido dejó paso a un bonito intercambio de canastas donde pudimos ver jugadas en las que un pívot se convertía en base, subía el balón desde su canasta hasta la contraria dejando clavados a cuantos defensores salían a su paso, para finalmente asistir en el último momento; pases de 20 metros y triples como respuesta a triples.
Lo mejor: comenzar la temporada contra un rival desconocido, después de tanto tiempo de inactividad, nunca es fácil. Mas los Picotas supieron llevarse el partido tirando de oficio y experiencia.
Lo peor: constatar que, un año más, uno de los peores árbitros que han pasado por la liga, continúa haciendo de las suyas por Carabanchel con total impunidad.
La estrella: el juego de equipo. En un partido donde los puntos estuvieron muy repartidos, con todos los integrantes anotando al menos una canasta en juego, algunas figuras destacaron por rachas, pero no hubo nadie que sobresaliera en exceso sobre el resto.
El factor X: en un momento en el que los Picotas sufrían, dos canastas de Inchausti cortaron la sequía anotadora y devolvieron la tranquilidad para encarar la recta final del encuentro con garantías.
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