domingo, 29 de octubre de 2017

Jornada 3: Picotas 35 - 55 Basket Botellín

No pudo ser. La derrota de esta jornada no dejará en mal estado las aspiraciones baloncestisticas de los Picotas. Fue un partido previsible, que siguió el guión establecido otros años y que no tendrá mayor relevancia esta temporada que los puntos que se otorgan en la clasificación.


Aunque el partido no arrancó bien, el poco acierto en los tiros libres de Basket Botellin evitó que se distanciaran en el marcador desde el inicio. Los locales no conseguían parar las penetraciones laterales de sus rivales, llegando tarde a puntear los tiros y cayendo en las fintas, que tras desbordarles, servían para doblar el balón a un compañero desmarcado que entraba por el centro y anotaba con facilidad. Sin embargo, el buen acierto desde la línea de tres mantuvo a los de amarillo dentro del partido, terminando el cuarto en un esperanzador 12-13.


Mantener ese nivel de efectividad era una tarea harto complicada y pronto se vio que no iba a ser el día para dar la sorpresa. La fatiga en algunos jugadores comenzó a hacer mella. Se perdieron varios balones en pases flojos sin un destinatario claro, no había movimiento y los visitantes defendían sin esfuerzo logrando contraataques sin oposición. De esta forma, fueron obteniendo pequeños parciales de 0-6 que dejaron el marcador al final del cuarto en 18-31. Los Picotas asumieron la derrota antes de que se produjera, sabedores de una remontada poco probable y sin ánimo suficiente para intentarlo, pero al menos con la determinación de no dejarse llevar y hacer un papel lo más digno posible.



























En el tercer cuarto, el juego se hizo más espeso. El intercambio de canastas favorecía a los de negro, pues les servía para mantener su ventaja, pero tampoco les vino mal a sus oponentes, que daban por bueno acabar el partido con ese marcador. Incluso llegaron a acercarse a 11 a falta de dos minutos para el descanso. Tres tiros exteriores convertidos volvieron a poner tierra de por medio para terminar el cuarto 26 - 44.


En un último cuarto sin trascendencia, anotar se puso caro. Ambos equipos acusaban el cansancio, a pesar de que esto se hacía más patente en los de amarillo, que erraron muchos tiros y a los que les costó encestar. Por su parte, Basket Botellín tampoco estuvo demasiado acertado y la anotación decayó.


En los minutos finales del encuentro, con todo decidido, defendieron a todo el campo incluso presionando los saques de fondo, quizá con la intención de hacer sangre en la herida o quizá para superar la sextena, quién sabe. Mas los Picotas supieron solventarla con solvencia y el partido finalizó con un digno Picotas 35 - 55 Basket Botellín.


Incidencias: sin incidencias reseñables. El partido discurrió en su mayor parte por los cauces de la deportividad. Como siempre, un jugador concreto de BB se mostró excesivamente duro en sus faltas, e hizo comentarios que no venían a cuento, pero no hubo ningún conato de trifulca y el encuentro terminó sin lesionados.


Arbitraje: notable. No tuvo errores de bulto. Algunas faltas inexistentes no fueron sancionadas y otras que sí lo fueron, se quedaron en el limbo, pero su actuación general fue bastante buena. Pitó una antideportiva aplicando la nueva normativa que podría haberse ahorrado.

Lo mejor: haber mantenido un nivel defensivo aceptable, mejorando el de los anteriores partidos y ver que ya empiezan a entrar los tiros.

Lo peor: el exceso de dureza en algunas faltas fue desmedido y no tiene sentido en una liga en la que no nos jugamos nada.

Estadísticas:




sábado, 21 de octubre de 2017

Jornada 2: Picotas 55 - 41 Évora Marketeam

Tras el tropiezo de la primera jornada, los Picotas, esta vez con más efectivos y ante un rival menos exigente, pudieron resarcirse con un partido aceptable.


En el cinco inicial que saltó a pista se encontraba Javier, el nuevo fichaje de Picotas, que tuvo una actuación notable aportando criterio, buena defensa y tiro exterior. No estuvo nada egoísta como a veces sucede en un debut, en el que por la necesidad de hacerlo bien uno puede confundirse intentando meter muchos puntos, cuando no es eso de lo que se trata.


El primer cuarto discurrió tranquilo. La tónica eran los fallos. Mientras que Évora lanzaba de tres con poco acierto, los Picotas lo intentaban también desde distintas posiciones pero con mejor destino. La defensa era floja y eso permitió que Évora anotara algún tiro de media distancia. No obstante, el resultado de empate a 12 parecía sospechosamente abultado para lo visto sobre el parqué. Luego veremos por qué.


En el segundo cuarto la tónica fue similar, aunque en el inicio, unas canastas en las que la suerte estuvo presente, incluido un triple a tabla, y el 100% en tiros libres, permitió que Évora les endosara un parcial de 0-7 que hacía saltar las alarmas. La defensa de Picotas distaba mucho de la presentada en algunos tramos de la temporada anterior y eso permitía que los visitantes mejoraran sus porcentajes a medida que se acercaron al aro.


La defensa de Évora estaba muy cerrada, pero los Picotas supieron mover bien el balón para encontrar un tiro cómodo o una buena combinación entre pivots con la que anotar bajo el aro. De esta forma, poco a poco, fueron recuperando la desventaja adquirida para conseguir llegar al descanso con un aceptable empate a 25.


Todos sabían lo que había que mejorar si querían llevarse la victoria, de modo que, sin muchas directrices, sino más bien con un acuerdo tácito, los Picotas saltaron a la cancha con la intención de no dejar ni una canasta fácil más. Los resultados no se hicieron esperar. Un triple y tres contraataques consecutivos lanzaron a los locales, que en el minuto 8 y tras un parcial de 14-0, concedieron la primera y única canasta en juego de todo el cuarto. Merced a este buen trabajo, el partido quedó dictado para sentencia a falta de un cuarto, con los jugadores de Évora agotados físicamente. El 43-28 fue una buena muestra de lo que debería ser la tónica en el resto de partidos.


En la recta final, tras un intercambio de canastas, los de amarillo alcanzaban su máxima ventaja en el minuto 5 (50-32), lo que propició cierto relajamiento que Évora aprovechó para intentar volver a meterse en el partido. De nuevo la pasividad defensiva permitió tiros fáciles y segundas y terceras jugadas por no cerrar el rebote. Hubo que pedir un tiempo muerto para poner un poco de orden y aclarar las ideas, con el fin de no pasar apuros en los últimos minutos. No hubo percances y los Picotas se llevaron la victoria, primera de la temporada y que les sitúa terceros en la clasificación. El resultado final: Picotas 55 - 41 Évora Marketeam.


Incidencias: En el primer cuarto, el mesa anotó una canasta de 5 puntos a Évora, como se puede apreciar en la imagen, por ese motivo terminó el cuarto con empate a 12.

Muchos jugadores estaban contrariados porque no recordaban haber recibido tantos puntos. El resultado debería haber sido 12-9 y, por lo tanto, el marcador final 55 - 38. También anotó una canasta al número 15 de Évora, que no existe. Creo que sí fue real y simplemente se confundió de número, pero también podría ser que robara a Picotas dos puntos más.


Arbitraje: inconcluso y carente de criterio, se dejó llevar más por las protestas que por lo que verdaderamente estaba pasando. Pitó dos antideportivas de las que aún no estamos acostumbrados pero que ya se empiezan a ver en ACB. Quizá un poco rigurosas. Dejó sin sanción multitud de acciones de apartar con un brazo para poder tirar mejor con el otro, aunque en su defensa diré que no siempre se pitan, tiene que ser muy evidente la ventaja obtenida. Tampoco fue un partido bronco, por lo que su actuación no trascendió al resultado final.


Lo mejor: conseguir una victoria cómoda ante un rival correoso y el esperanzador debut Javier.


Lo peor: la blanda defensa en tres de los cuatro cuartos, que se debe claramente a la falta de concentración, pues en uno al menos se pudo ver que saben como se hace.


Estadísticas: Nota: Dos puntos y un tiro libre errado, fueron anotados sin poner el número, por lo que se quedan fuera de las estadísticas.




jueves, 12 de octubre de 2017

Jornada 1: Carabanchel Bobcats 51 - 18 Picotas

Arrancó la temporada 2017-18. Demasiado pronto, con incertidumbre, muchas ausencias, poco ánimo. Todo se ha desarrollado de una forma extraña. Sin saber si serían suficientes para empezar los partidos, los Picotas se inscribieron en la liga, fieles a su cita con el baloncesto los domingos. Pero tal y como había sido la pretemporada, no se podía esperar mucho del primer encuentro. Sin embargo, una vez más, el calendario les jugó una mala pasada y les enfrentó contra Bobcats, todo un desafío.

Con sólo cinco jugadores y dos de ellos mermados físicamente por atravesar un proceso gripal, la tarea de aguantar dignamente los 48 minutos se convirtió en una utopía.

El partido comenzó con posesiones largas. Los ataques por parte de ambos equipos eran espesos. Bobcats presionaba con mayor intensidad en defensa, lo que propició que los Picotas realizasen pases al vacío y otras pérdidas de balón similares, justo lo que se habían propuesto evitar antes del inicio. Un tiempo muerto sirvió para calmar esa necesidad de soltar el balón a quien fuera, pero anotar seguía costando un mundo y los puntos solo llegaron  en acciones individuales que mezclaban la decisión, el ímpetu y la suerte a partes iguales.

El resultado al final del cuarto, 7 - 4, permitía hacer soñar con un partido igualado, pero las caras de agotamiento en los visitantes denotaban todo lo contrario.

El cansancio se hizo patente nada más empezar el segundo cuarto. Cada ataque comenzaba cuando sólo quedaban 10 segundos de posesión. No había fluidez en los pases porque no había movimiento alguno, así que todas las jugadas se resolvían con un tiro a la desesperada o en acción individual, sin posibilidad de cargar el rebote ofensivo.

Dos triples y dos contraataques consecutivos lanzaron a los Bobcats, que por fin rompieron el partido consiguiendo una ventaja de 13 puntos en un abrir y cerrar de ojos, dilapidando las escasas esperanzas que tenían nuestros héroes de mantenerse en el encuentro. Al bajón físico se le unió el bloqueo mental, que era, hasta el momento, la única fuerza que mantenía en movimiento los brazos y las piernas de los de amarillo.

El primer tiempo finalizó 23 - 7. Demasiada distancia cualquier otro día, pero más aún el pasado domingo, dadas las circunstancias.

Con la moral por los suelos y los pulmones sin dar abasto, los Picotas ni siquiera hicieron ademán de continuar en movimiento y lanzar un poco en la nueva canasta durante el descanso. Caras largas pero al menos con la determinación de no dejarse llevar y continuar lanzando en cada ataque, sin desperdiciar balones en pérdidas evitables.

Esa fue la tónica del tercer cuarto: llegar andando o como buenamente se podía hasta el campo rival, que no lo ponía fácil, presionando el saque y a toda cancha en periodos de tiempo alternativos, dar un pase o dos a lo sumo e intentar una acción ofensiva que terminaba en tiro de media distancia. Excepto en una ocasión, el resto se tradujo en fallo. En algunos casos eran tiros forzados, en otros eran desde buenas posiciones, pero el resultado siempre el mismo. La pelota no entraba y las piernas no daban para luchar el rebote.

Bobcats tampoco estuvo especialmente lúcido en este cuarto (25 - 9, minuto 7) y sólo en los últimos minutos, maquilló el marcador con un parcial de 7 - 0 para dejarlo en 32 - 9 al final de los 12.

Sin ninguna esperanza y deseando que acabase el suplicio, los Picotas encararon un último cuarto de trámite. La dinámica fue similar a los anteriores, con la salvedad de que entró algún tiro más. El 14-34 del minuto 5 hubiera sido un resultado digno tras lo visto sobre el parqué. No obstante, aún quedaba bastante hasta el pitido final y los locales aprovecharon para realizar varios contraataques de dos contra nadie o tres contra uno, siempre en superioridad, siempre por delante, con los que volvieron a endosar un parcial de 0-13, alcanzando la máxima renta de todo el partido.

Al final el resultado fue Carabanchel Bobcats 51 - 18 Picotas. Derrota sin paliativos que deja un regusto amargo por la sensación de invalidez, de querer hacer más y no poder, y por los catastróficos porcentajes de tiro.





















Incidencias: en un partido de guante blanco, la nota gris la puso el accidente ocurrido al inicio del tercer cuarto, cuando un jugador de Bobcats cargó un rebote ofensivo que tenía controlado Inchausti, introduciendo un dedo en su cuenca ocular izquierda (lo que viene siendo un piquete de ojos en toda regla). Los Picotas tuvieron que pedir tiempo muerto para ver si su jugador se recuperaba y el cuarto se les hizo muy largo.

Lo mejor: obtener el punto que dan por la derrota. Siempre es mejor jugar, aunque sea así, que una incomparecencia.

Lo peor: constatar que el estado físico de los Picotas es aún peor de lo acostumbrado a inicios de temporada.

Arbitraje: correcto, sin sobresaltos ni errores de bulto. Se equivocó en algunas decisiones por mal posicionamiento en la cancha, pitando faltas inexistentes o a quien no las hizo, o fueras de banda favoreciendo a quien no correspondía, pero se mostró comprensiva y dialogante en todo momento. Tampoco hubo juego sucio ni el partido estuvo igualado como otras veces, por lo que su labor fue más sencilla de lo habitual.

Estadísticas:





sábado, 7 de octubre de 2017

Subcampeones 2016-17

Quién lo iba a decir. Cuando el grueso de la plantilla se acerca - o rebasa- peligrosamente a la cuarentena, los Picotas se marcan la mejor temporada de su historia. 15 victorias y sólo 3 derrotas.

Desde la fundación de este club, el objetivo, no me cansaré de repetirlo, siempre ha sido pasarlo bien. Hemos compartido tantos buenos momentos dentro y fuera de las canchas, que el hecho de quedar terceros o séptimos en la clasificación era lo de menos.

Sin embargo, aunque eso es cierto, también lo es que, perdiendo, uno se divierte menos que ganando. Al menos en lo que se refiere al equipo como conjunto (ganar sin jugar un minuto siempre me ha parecido muy aburrido). De modo que, en el fondo de nuestras conciencias, año tras año quedaba el resquemor de poder hacer un poco más, de dar un pequeño paso adelante que nos llevase a alcanzar cotas más altas, de abandonar ese aire de pasotismo que a veces se confunde en el límite entre divertirse y entretenerse.

Y así, con un acuerdo tácito no mencionado, los astros se alinearon para que cada integrante se sacrificara de la forma que pudiera, poniéndole un poco de seriedad al asunto, sin perder el lado lúdico, y así sacar adelante cada situación adversa a la que se enfrentaron.

Este año hemos tenido todo tipo de partidos. Los ha habido muy ajustados, como aquel que se ganó en la prórroga contra Royals; con polémica, como en la derrota contra Basket Botellin en la primera vuelta. Algunos se ganaron con autoridad, cuando y como se quiso; en otros, costó más llevarse la victoria. Recuerdo cómo Evora Marketeam nos puso contra las cuerdas hasta el último cuarto, siempre a remolque, mientras ellos anotaban todo lo que pasaba por sus manos.

La pasada temporada vivimos multitud de sucesos: el ocaso de un clásico, nuestros rivales acérrimos, Power Rangers, que tras largos años de disputas más allá de lo deportivo, este año, nuestros enfrentamientos han sido de los partidos más limpios y con menos roces que se recuerdan; la aparición de unos jugadores, que cual fantasmas, se materializaron para ayudar a CB Pozuelo a derrotarnos y, después, no volver más; un equipo de veteranos cambiando el quinteto entero en un mismo cuarto; nos han acompañado las goteras, convirtiendo cada jornada en una incógnita, sin que ayuntamiento, distrito, federación o gestión privada tomasen cartas en el asunto, total, son los cuatro frikis del baloncesto, a quién le importan.

Pero, a pesar de todo, una temporada inolvidable.

El acto de entrega de trofeos, más allá de la anécdota que es, sirvió para volver a juntar a la familia picotil, jugadores, parejas e hijos, en un bonito homenaje que merece la pena ser recordado.







Continúo con mi romántica idea de que tal vez, dentro de muchos años, le contéis a vuestros nietos que jugabais al baloncesto en un equipo muy peculiar, único, y que no lo hacíais mal del todo, hasta llegasteis a quedar segundos en una ocasión. Después, ante la cara de incredulidad de vuestros pequeños, que se habrán quedado pensando cómo es posible que su abuelo haya sido joven alguna vez, le pediréis al vacío que se lo demuestre. Entonces, la IA de vuestro hogar rebuscará entre los rincones más recónditos de las obsoletas bases de datos de algún servidor no cuántico, y quizá, con un poco de suerte, proyecte sobre vuestra pared este post.

No quiero ni oíros decir que es buen momento para retirarse, habiendo alcanzado el máximo nivel al que podemos aspirar. Nos merecemos seguir adelante, disfrutando de nuestra compañía y compartiendo unos minutos practicando esta tontería de tirar una pelota a ver si entra por un aro, que tanto nos gusta.
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