Dura prueba a la que se enfrentaban los Picotas esta semana. Basket Botellín se presentaba al partido segundo en la clasificación, sólo por detrás de Jasikepenkas, con un partido menos y con el average particular ganado sobre ellos, por lo que todo hace pensar que salvo debacle de última hora, acabarán campeones. Sin embargo, sobre el papel, en la primera vuelta esa superioridad que parecían mostrar ante casi todos los equipos, no había sido tan manifiesta, por lo que cabía esperar una machada de las de antaño, recuperar el espíritu que les hizo derrotar a los Pradera en su propia casa, o a los invencibles Celtics con todo su potencial físico, pero incapaces de parar la velocidad endiablada de unos jóvenes Picotas.
Desgraciadamente, este partido llegó en una etapa de mal juego, en la que conseguir una canasta fácil cuesta horrores, los buenos contraataques se cuentan con los dedos de una mano y los porcentajes de tiro de corta, media y larga distancia oscilan entre aceptables y espantosos sin establecer un criterio claro de por qué se produce este fenómeno y cuándo puede hacer aparición.
Desgraciadamente, este partido llegó en una etapa de mal juego, en la que conseguir una canasta fácil cuesta horrores, los buenos contraataques se cuentan con los dedos de una mano y los porcentajes de tiro de corta, media y larga distancia oscilan entre aceptables y espantosos sin establecer un criterio claro de por qué se produce este fenómeno y cuándo puede hacer aparición.