El Évora Marketeam - Picotas de esta semana no pasará a la historia como uno de los mejores partidos. El marcador 28-35 no da lugar a engaño. Todo empezó torcido. La copiosa lluvia cayendo desde el día anterior sin parar no auguraba buenos presagios. Al llegar, el rival de esta semana no parecía muy por la labor de disputar el encuentro, aunque sólo unos pequeños charcos fácilmente absorbidos por toallas, impedían la práctica de nuestro amado deporte. El árbitro no aparecía y el tiempo pasaba, hasta que por allí se dejó caer nuestro amigo Valverde, sí, otra vez él, y dijo que el campo estaba en buenas condiciones y que en un minuto arrancaba el partido. Así, con una temperatura aproximada de 12 grados y con el chándal puesto, tuvieron que empezar ambos equipos.
Se habló, en el poco tiempo del que dispusieron mientras se desvestían, de salir desde el principio defendiendo al hombre. Incluso se especuló con defender presionando a todo el campo. Todo quedó en nada. Buenos propósitos pero poco calentamiento. Las cabezas no estaban preparadas para soportar el esfuerzo físico necesario para llevar a cabo esta defensa, y se optó por una típica zona 3-2 pachanguera, a pesar de que ya es sabido que si no se está muy activo con esta disposición, se dejan muchos huecos que tiradores certeros pueden aprovechar. Y lo pagaron caro. Cuatro ataques, cuatro tiros errados, cuatro defensas, parcial de 8-0. La caraja fue cortada con un tiempo muerto y, esta vez sí, comprendieron que era necesario un cambio de actitud para entrar en el partido, y esto sólo llegaría defendiendo en individual. Lentamente pero con paso firme, a base de impedir cualquier tiro cómodo y salir en rápidas transiciones, los Picotas devolvieron el parcial en los últimos minutos para dejar el marcador en empate a 10.
No obstante, a pesar de que muchas veces es clave defender bien para poder atacar, es cierto que si la pelotita no entra, no ganas. En el segundo cuarto asistimos a todo un recital de tiros fallados. De lejos, de cerca, debajo del aro, libres de marca, con un rival punteando el tiro… Nada. No hubo manera. Una pírrica canasta, en un contraataque, en todo el cuarto fue el triste bagaje que obtuvieron. Por suerte, Évora no hizo sangre de esta circunstancia y el cuarto finalizó 16-12.
A la vuelta del descanso, los Picotas continuaron con su racha de desaciertos. Está claro que cuando fallas varios tiros seguidos, cuesta reponerse. Pierdes la confianza y, teniendo en cuenta que no realizan ningún tipo de entrenamiento entre semana, es lo único que no puedes perder para conseguir anotar. De esta forma, los locales mantenían su ventaja adquirida, por corta que fuese, sin que los de amarillo pudieran hacer nada para remediarlo. El partido se escapaba poco a poco y el tiempo se iba agotando.
Sin embargo, a partir del minuto 9, Évora comenzó a mostrar síntomas de cansancio y los Picotas forzaron la máquina para correr aún más. Fruto de ello, un parcial final les puso, por primera vez en todo el partido, por delante en el marcador antes de la conclusión del cuarto. 22-23.
El último cuarto arrancó del mismo modo que había terminado el tercero, con los Picotas dispuestos a sentenciar el partido. En tres minutos aumentaron su ventaja a siete puntos, a simple vista, una distancia corta, pero teniendo en cuenta el ritmo del encuentro y lo difícil que resultaba anotar, la diferencia se antojó un mundo para los de azul, que perdieron la concentración y comenzaron a hacer jugadas en solitario sin ningún fruto. La buena defensa provocó que en dos ocasiones Évora agotase los cinco segundos que tiene un jugador para sacar de banda y, en otras dos, la posesión. Ya en los últimos minutos, los visitantes controlaron el tempo para evitar pérdidas absurdas (con éxito dispar) y no sufrir una remontada inoportuna. Ésta no llegó y el marcador final se quedó en el exiguo 28-35 que comentaba al principio de esta crónica. Un pobre resultado que dejó insatisfechos a los integrantes de la plantilla, sabedores de que a pesar de haber conseguido la victoria, se sufrió y se corrió demasiado, dejando patente que no hay rival pequeño y que hay que salir concentrados y a darlo todo desde el primer minuto hasta el pitido final y contra cualquier equipo.
Lo mejor: Ser capaces de aumentar la intensidad cuando el partido lo necesitaba y sobreponerse a una mañana aciaga en el tiro desde cualquier posición.
Lo peor: Una vez más, y ya he perdido la cuenta de las que van este año, la pésima actuación arbitral del mismo de siempre, no dejó contentos ni a unos ni a otros, salvo que esta vez los Picotas supieron contenerse y no protestar demasiado.
La estrella: podéis expresar vuestra opinión en los comentarios
El factor X: podéis expresar vuestra opinión en los comentarios
Estadísticas:
Se habló, en el poco tiempo del que dispusieron mientras se desvestían, de salir desde el principio defendiendo al hombre. Incluso se especuló con defender presionando a todo el campo. Todo quedó en nada. Buenos propósitos pero poco calentamiento. Las cabezas no estaban preparadas para soportar el esfuerzo físico necesario para llevar a cabo esta defensa, y se optó por una típica zona 3-2 pachanguera, a pesar de que ya es sabido que si no se está muy activo con esta disposición, se dejan muchos huecos que tiradores certeros pueden aprovechar. Y lo pagaron caro. Cuatro ataques, cuatro tiros errados, cuatro defensas, parcial de 8-0. La caraja fue cortada con un tiempo muerto y, esta vez sí, comprendieron que era necesario un cambio de actitud para entrar en el partido, y esto sólo llegaría defendiendo en individual. Lentamente pero con paso firme, a base de impedir cualquier tiro cómodo y salir en rápidas transiciones, los Picotas devolvieron el parcial en los últimos minutos para dejar el marcador en empate a 10.
No obstante, a pesar de que muchas veces es clave defender bien para poder atacar, es cierto que si la pelotita no entra, no ganas. En el segundo cuarto asistimos a todo un recital de tiros fallados. De lejos, de cerca, debajo del aro, libres de marca, con un rival punteando el tiro… Nada. No hubo manera. Una pírrica canasta, en un contraataque, en todo el cuarto fue el triste bagaje que obtuvieron. Por suerte, Évora no hizo sangre de esta circunstancia y el cuarto finalizó 16-12.
A la vuelta del descanso, los Picotas continuaron con su racha de desaciertos. Está claro que cuando fallas varios tiros seguidos, cuesta reponerse. Pierdes la confianza y, teniendo en cuenta que no realizan ningún tipo de entrenamiento entre semana, es lo único que no puedes perder para conseguir anotar. De esta forma, los locales mantenían su ventaja adquirida, por corta que fuese, sin que los de amarillo pudieran hacer nada para remediarlo. El partido se escapaba poco a poco y el tiempo se iba agotando.
Sin embargo, a partir del minuto 9, Évora comenzó a mostrar síntomas de cansancio y los Picotas forzaron la máquina para correr aún más. Fruto de ello, un parcial final les puso, por primera vez en todo el partido, por delante en el marcador antes de la conclusión del cuarto. 22-23.
El último cuarto arrancó del mismo modo que había terminado el tercero, con los Picotas dispuestos a sentenciar el partido. En tres minutos aumentaron su ventaja a siete puntos, a simple vista, una distancia corta, pero teniendo en cuenta el ritmo del encuentro y lo difícil que resultaba anotar, la diferencia se antojó un mundo para los de azul, que perdieron la concentración y comenzaron a hacer jugadas en solitario sin ningún fruto. La buena defensa provocó que en dos ocasiones Évora agotase los cinco segundos que tiene un jugador para sacar de banda y, en otras dos, la posesión. Ya en los últimos minutos, los visitantes controlaron el tempo para evitar pérdidas absurdas (con éxito dispar) y no sufrir una remontada inoportuna. Ésta no llegó y el marcador final se quedó en el exiguo 28-35 que comentaba al principio de esta crónica. Un pobre resultado que dejó insatisfechos a los integrantes de la plantilla, sabedores de que a pesar de haber conseguido la victoria, se sufrió y se corrió demasiado, dejando patente que no hay rival pequeño y que hay que salir concentrados y a darlo todo desde el primer minuto hasta el pitido final y contra cualquier equipo.
Lo mejor: Ser capaces de aumentar la intensidad cuando el partido lo necesitaba y sobreponerse a una mañana aciaga en el tiro desde cualquier posición.
Lo peor: Una vez más, y ya he perdido la cuenta de las que van este año, la pésima actuación arbitral del mismo de siempre, no dejó contentos ni a unos ni a otros, salvo que esta vez los Picotas supieron contenerse y no protestar demasiado.
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