viernes, 4 de noviembre de 2016

Crónica jornada 4: Royals 51 - Picotas 60

Bueno, pues ahí están, ya no podemos hablar de un espejismo o de una racha pasajera. Los Picotas han aprendido a defender en equipo y han recuperado la confianza en sí mismos, en la posibilidad de ganar a cualquiera. El partido de esta semana así lo corrobora. Royals, otro de los equipos nuevos contra los que aún no se habían enfrentado, venía de realizar una serie de dos victorias y una derrota, contra Basket Botellín, pero siendo el que más anota en la liga. Un grupo de chicos jóvenes, construido bajo la premisa del juego exterior y que cuenta entre sus filas con varios jugadores de excelsa muñeca. Un equipo que, bajo mi humilde opinión, a nada que mejore la defensa y el juego interior, será el candidato número uno a ganar la liga. Este año, quizá sea demasiado pronto. Esperemos que la experiencia sea positiva y continúen apuntándose en el distrito en los venideros.

Todo este prolegómeno sobre el rival de Picotas de esta semana es solo para que aquellos que no estuvieron se hagan una idea de hasta qué punto la hazaña que consiguieron no es pequeña. Los de amarillo se llevaron el partido porque supieron reaccionar a tiempo, cuando las cosas se ponían difíciles, y ajustar su defensa para evitar los tiros exteriores. Esa entereza mental y esa capacidad para adaptarse a las necesidades de cada partido, hace no mucho tiempo era impensable. Pero ahora veo una concentración y un sacrificio del que me siento orgulloso de pertenecer. No obstante, como supongo que estaréis deseosos de leer lo que aconteció, no me entretengo más.

El partido tuvo un arranque fulgurante. En dos minutos los Picotas le habían endosado a su rival un parcial de 8-0, convirtiendo cada ataque sin fallo y encestando tiros desde distintas posiciones y distancias. Royals tuvo que parar el vendaval con un tempranero tiempo muerto que sirvió para que pusieran las cosas en su sitio. Su ataque no funcionaba, pero sabían qué hacer, sólo tenían que organizarse. Y aunque Picotas no perdió la cara al partido, los de negro, a golpe de triple, fueron remontando hasta ponerse por delante en el minuto 8. Los primeros triples llegaron libres de marca. Bueno, es normal que la metan si están solos. Los siguientes los clavaron con un contrario punteando el tiro. Ojo. Entre medias, alguno llegó desde 7-8 metros. Cuidado, que esto no es azar. Así hasta un total de 7 sin fallo. Pero los Picotas continuaron atacando bien y el cuarto terminó con un espectacular 25 - 20.

El segundo cuarto arrancó más denso. El cansancio y los ajustes defensivos provocaron que hubiera menos tiros. Los Picotas fueron a la línea de personal con desacierto, pero Royals no conseguía anotar nada, hasta que en el minuto seis volvieron a encontrar la senda del triple y con un mini parcial, alcanzaron su máxima ventaja a favor, ocho puntos. Sin embargo, en los dos últimos minutos, unas buenas acciones acercaron a los limonados a sólo dos puntos antes del descanso, 35-33. Las espadas estaban en todo lo alto y se barruntaba una segunda parte apasionante.

Pero lo que nadie imaginaba, y mucho menos este narrador, es que los Picotas iban a realizar un despliegue físico y táctico a estas alturas de partido de las dimensiones que pudimos ver los allí presentes. La clave estuvo en dos factores: en defensa, los exteriores basculaban velozmente hacia el lado de balón evitando la superioridad numérica que Royals había trabajado durante toda la primera parte y haciendo imposible que tirasen con comodidad; en ataque, aprovechaban el espacio que los locales dejaban en el medio de la zona. De esta forma, pronto le dieron la vuelta al marcador con un parcial de 0-10 en los seis primeros minutos y 6-15 en el total del cuarto para acabarlo en 41-48. Aunque la distancia parezca poca, en un partido tan igualado puede ser un mundo. Mas los Picotas no tenían opción de relajarse. Había que seguir así hasta el final. Además, una nueva lesión, esta vez Inchausti en el gemelo, atemorizó, en víspera de Halloween, con dejar a los Picotas sin efectivos ante una posible quinta falta.

En el último cuarto, Royals claudicó en su idea de juego exterior ante la imposibilidad de encontrar tiros cómodos, y fueron más los acercamientos a las proximidades de la zona. Sin embargo, así como habían demostrado ser letales desde la línea de tres, a medida que se acercaban al aro los porcentajes decaían, hecho que aprovecharon los Picotas para aumentar su ventaja hasta los trece puntos, a base de contraataques, buena circulación de balón y fortaleza interior.

La impecable defensa obligó a Royals a anotar únicamente desde el tiro libre. El tiempo transcurría y los locales no encontraban la forma de remontar. Además, un par de jugadas absurdas donde, después de rebotar en varios jugadores, el balón llegaba a alguno de Picotas completamente libre de marca debajo del aro, terminaron de bajar su moral.

Con el partido finiquitado y veinte segundos por disputarse, el base de Royals decidió no atacar, botando el balón y haciendo gestos de que ahí se acababa el encuentro… hasta que con todo el mundo relajado, pasó el balón a un compañero que entró a canasta a placer. Dos puntos menos en el average que pueden ser claves a final de temporada y la sensación de que te han timado. Me parece correcto disputar cada canasta hasta el último segundo, pero ese tipo de engaños no se hacen.

El marcador final: Royals 51 - 60 Picotas.

Lo mejor: la buena defensa y la capacidad para adaptarla a las necesidades del partido, además de constatar que los Picotas al fin han decidido que la clave para divertirse en la cancha es ponerle intensidad y, gracias a eso, los resultados están llegando solos.

Lo peor: en un partido de guante blanco, sin apenas contactos, hubo una pequeña trifulca por un empujón en un rebote que acabó con Inchausti por los suelos, pisoteado, y la consabida pelea de gallos posterior.

La estrella: Antonio fue el claro dominador de ambas zonas, pero sobre todo en ataque mostró su versión más efectiva, desde el primer tiro lejano que convirtió hasta semiganchos cerca del aro. Un bastión que Royals no pudo parar.

El factor X: David, a medio gas aún por los golpes recibidos hace dos semanas, hizo y deshizo a su antojo, controlando el balón en todo momento y batiendo el récord de anotación en lo que va de curso con sus 22 puntos.

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