Nueva victoria, y ya van cinco, de los Picotas, que esta semana se enfrentaron a la versión mejorada de Évora Marketeam y tuvieron que sufrir más de la cuenta a pesar del abultado marcador final, que no refleja lo sucedido durante todo el encuentro.
El partido no fue brillante y apareció de nuevo el fantasma de las pérdidas planeando sobre las cabezas de los allí presentes. Pero esto me hace plantearme una cuestión: ¿Dónde está el techo de estos Picotas, que aún habiendo ganado con solvencia y habiendo superado la barrera de los 50 puntos, les sigue pareciendo poco?
Bueno, pues la respuesta es que hay que ser realistas y hacer autocrítica cuando las cosas no se hacen bien, y esta semana hay muchas cosas que se podrían haber mejorado. Aunque tampoco hay que ser tan exigente ni pecar de arrogancia. Los de EM saben lo que se hacen. Recuerdo, para el que no tenga memoria, que hace dos años los Picotas tuvieron que remontarles una desventaja de 14 puntos en la segunda parte, cuando ya parecía todo perdido, para poder hacerse con la victoria. Las cosas han cambiado, sí, pero no tanto. Son pequeños detalles los que marcan las diferencias.
El partido arrancó con un contraataque de libro: rebote, balón al base que otea la otra mitad de cancha, pase avanzado al alero que corre por la banda ganando la espalda de sus rivales y bandeja a placer contra nadie. Toda una declaración de intenciones que se quedó en eso. La defensa no ajustaba bien las posiciones cuando había que cambiar, dejando siempre algún hueco libre para que alguien de Évora pudiera lanzar libre de marca. ¡Y vaya si lo hicieron! Los de azul marino se mostraron letales desde cuatro-cinco metros. Pero el ataque funcionaba bien, repartiendo la responsabilidad entre todos los integrantes del quinteto, que consiguieron anotar una canasta cada uno en el cuarto para dejar el marcador final en 15-12.
En el segundo cuarto, la ventaja, que había sido aumentada a seis nada más comenzar, se vio reducida a uno ante la pasividad defensiva de los de amarillo. Este toque de atención sirvió para arengarlos, y durante ocho minutos no permitieron que Évora anotase nada más. En estos momentos fueron muchas las veces que los Picotas pisaron la línea de personal, esta vez con más acierto, y poco a poco se despegaron en el marcador, a pesar de que el ritmo cansino con constantes interrupciones no favorecía el espectáculo. De esta forma se llegó al 29-19 al final del cuarto.
Visto lo visto, había que intentar hacer otro esfuerzo para seguir evitando los tiros cómodos y correr un poco más con el fin de aumentar la distancia y sentenciar el partido. Pero ese afán por querer acabar rápido se tradujo en constantes pérdidas de balón. Pases imprecisos, ataques dos contra dos mal definidos… Se malograron infinidad de posibilidades de aumentar la renta, hasta el punto de tener que pedir un tiempo muerto para intentar poner fin a esa racha autodestructiva. El cuarto terminó 39-29 y con este descenso en la anotación, llegar a 60 parecía inviable.
Pero todo se iba a complicar aún más cuando en el principio del último cuarto, tres ataques consecutivos de Picotas terminaron en tiros errados, mientras que Évora conseguía anotar en cada uno de los suyos, acortando la distancia de 12 a 6 puntos.
Un triple al límite de la posesión y un contraataque claro cortaron la sequía anotadora, devolvieron la tranquilidad a los de amarillo y restauraron la barrera de los diez puntos, que posteriormente sería ampliada hasta los 16 finales, para dejar el marcador en un más que decoroso Picotas 53 - 37 Évora Marketeam.
Los jugadores de Évora se fueron muy enfadados con la actuación arbitral. Durante el encuentro tuvo que sancionarles con dos técnicas, ambas por protestar haciendo excesivos aspavientos y levantando la voz más de lo deseable. Desde mi punto de vista, los pasos y la falta que desembocaron en las técnicas fueron muy claros, y las protestas se hicieron en un tono totalmente justificable de ser sancionado. De hecho, a nosotros nos ha pasado muchas veces algo similar. No es tanto la reiteración en las protestas, sino las formas en las que éstas se hacen o el momento en el que se producen.
La colegiada sancionó muchos contactos, sobre todo choques producidos al no tener una posición equilibrada, y prestó especial atención al uso indebido de las manos, no permitiendo ningún tipo de agarron ni bajar los brazos fuera del cilindro imaginario de cada jugador. Podrás estar más o menos de acuerdo con el criterio, pero al menos es uno y lo mantuvo de principio a fin. Yo, desde luego, prefiero eso a que, dependiendo del cuarto o la zona en la que estés, se piten unas cosas u otras.
Lo que no estuvo nada bien fue la actitud de algunos jugadores de Évora, que habiendo finalizado el encuentro, vinieron a reclamar a un jugador de Picotas unos supuestos insultos totalmente carentes de fundamento. Una actitud deplorable que no llegó a más porque desde Picotas abogamos por el juego limpio y por el aspecto lúdico de la práctica de este y cualquier otro deporte.
Lo mejor: continuar con la racha de victorias y solventar con oficio un partido trampa.
Lo peor: la actitud de algunos jugadores recriminando supuestos hechos en los que ni siquiera estaban relacionados.
La estrella: en un partido sin brillo, ningún jugador sobresalió por encima del resto.
El factor X: la sola presencia de Dani descentró a los rivales, que estuvieron más pendientes de buscar el conflicto que concentrados en llevarse la victoria.
Estadísticas:
El partido no fue brillante y apareció de nuevo el fantasma de las pérdidas planeando sobre las cabezas de los allí presentes. Pero esto me hace plantearme una cuestión: ¿Dónde está el techo de estos Picotas, que aún habiendo ganado con solvencia y habiendo superado la barrera de los 50 puntos, les sigue pareciendo poco?
Bueno, pues la respuesta es que hay que ser realistas y hacer autocrítica cuando las cosas no se hacen bien, y esta semana hay muchas cosas que se podrían haber mejorado. Aunque tampoco hay que ser tan exigente ni pecar de arrogancia. Los de EM saben lo que se hacen. Recuerdo, para el que no tenga memoria, que hace dos años los Picotas tuvieron que remontarles una desventaja de 14 puntos en la segunda parte, cuando ya parecía todo perdido, para poder hacerse con la victoria. Las cosas han cambiado, sí, pero no tanto. Son pequeños detalles los que marcan las diferencias.
El partido arrancó con un contraataque de libro: rebote, balón al base que otea la otra mitad de cancha, pase avanzado al alero que corre por la banda ganando la espalda de sus rivales y bandeja a placer contra nadie. Toda una declaración de intenciones que se quedó en eso. La defensa no ajustaba bien las posiciones cuando había que cambiar, dejando siempre algún hueco libre para que alguien de Évora pudiera lanzar libre de marca. ¡Y vaya si lo hicieron! Los de azul marino se mostraron letales desde cuatro-cinco metros. Pero el ataque funcionaba bien, repartiendo la responsabilidad entre todos los integrantes del quinteto, que consiguieron anotar una canasta cada uno en el cuarto para dejar el marcador final en 15-12.
En el segundo cuarto, la ventaja, que había sido aumentada a seis nada más comenzar, se vio reducida a uno ante la pasividad defensiva de los de amarillo. Este toque de atención sirvió para arengarlos, y durante ocho minutos no permitieron que Évora anotase nada más. En estos momentos fueron muchas las veces que los Picotas pisaron la línea de personal, esta vez con más acierto, y poco a poco se despegaron en el marcador, a pesar de que el ritmo cansino con constantes interrupciones no favorecía el espectáculo. De esta forma se llegó al 29-19 al final del cuarto.
Visto lo visto, había que intentar hacer otro esfuerzo para seguir evitando los tiros cómodos y correr un poco más con el fin de aumentar la distancia y sentenciar el partido. Pero ese afán por querer acabar rápido se tradujo en constantes pérdidas de balón. Pases imprecisos, ataques dos contra dos mal definidos… Se malograron infinidad de posibilidades de aumentar la renta, hasta el punto de tener que pedir un tiempo muerto para intentar poner fin a esa racha autodestructiva. El cuarto terminó 39-29 y con este descenso en la anotación, llegar a 60 parecía inviable.
Pero todo se iba a complicar aún más cuando en el principio del último cuarto, tres ataques consecutivos de Picotas terminaron en tiros errados, mientras que Évora conseguía anotar en cada uno de los suyos, acortando la distancia de 12 a 6 puntos.
Un triple al límite de la posesión y un contraataque claro cortaron la sequía anotadora, devolvieron la tranquilidad a los de amarillo y restauraron la barrera de los diez puntos, que posteriormente sería ampliada hasta los 16 finales, para dejar el marcador en un más que decoroso Picotas 53 - 37 Évora Marketeam.
Los jugadores de Évora se fueron muy enfadados con la actuación arbitral. Durante el encuentro tuvo que sancionarles con dos técnicas, ambas por protestar haciendo excesivos aspavientos y levantando la voz más de lo deseable. Desde mi punto de vista, los pasos y la falta que desembocaron en las técnicas fueron muy claros, y las protestas se hicieron en un tono totalmente justificable de ser sancionado. De hecho, a nosotros nos ha pasado muchas veces algo similar. No es tanto la reiteración en las protestas, sino las formas en las que éstas se hacen o el momento en el que se producen.
La colegiada sancionó muchos contactos, sobre todo choques producidos al no tener una posición equilibrada, y prestó especial atención al uso indebido de las manos, no permitiendo ningún tipo de agarron ni bajar los brazos fuera del cilindro imaginario de cada jugador. Podrás estar más o menos de acuerdo con el criterio, pero al menos es uno y lo mantuvo de principio a fin. Yo, desde luego, prefiero eso a que, dependiendo del cuarto o la zona en la que estés, se piten unas cosas u otras.
Lo que no estuvo nada bien fue la actitud de algunos jugadores de Évora, que habiendo finalizado el encuentro, vinieron a reclamar a un jugador de Picotas unos supuestos insultos totalmente carentes de fundamento. Una actitud deplorable que no llegó a más porque desde Picotas abogamos por el juego limpio y por el aspecto lúdico de la práctica de este y cualquier otro deporte.
Lo mejor: continuar con la racha de victorias y solventar con oficio un partido trampa.
Lo peor: la actitud de algunos jugadores recriminando supuestos hechos en los que ni siquiera estaban relacionados.
La estrella: en un partido sin brillo, ningún jugador sobresalió por encima del resto.
El factor X: la sola presencia de Dani descentró a los rivales, que estuvieron más pendientes de buscar el conflicto que concentrados en llevarse la victoria.
Estadísticas: