Este domingo se cumplen quince años desde el primer enfrentamiento Picotas vs Santa Rita. Han sido muchos los partidos disputados, la mayoría de ellos apasionantes. Ha habido de todo en estas temporadas, desde palizas descomunales, hasta ajustados finales con posibilidad de ganar con cuatro jugadores en la cancha. Casi siempre la balanza caía del lado de Santa Rita, hasta que en los últimos años la cosa se ha igualado bastante y el resultado final es difícil de predecir. La rivalidad viene de lejos y en ocasiones traspasó lo deportivo llegando a las manos. Pero al finalizar, todo se olvida hasta la siguiente ocasión.
Para rendir homenaje a estos encuentros y teniendo en cuenta que ellos visten de negro y nosotros de azul oscuro pudiendo confundirse con facilidad, deberíamos llevar la camiseta blanca original de los Picota's Boys los que la tengan, y los que no, que se pongan una camiseta blanca cualquiera, pues seguro que es más sencillo tener una de ese color que una rosa, por mucho que me pese.
La jornada 2 siguió los derroteros que todos habíamos predicho durante la semana. Partido bronco, con mucho juego subterráneo y el marcador ajustado hasta el último minuto. Lo que no esperábamos era que se sumara un protagonista -o dos, según se mire- para centrar los focos en su persona. Si en un encuentro de alto riesgo como lo era éste, no se corta con rigor el juego sucio desde el principio, el partido se te va de las manos y suceden cosas que deberían evitarse a estos niveles, porque no llevan a ninguna parte, pero que con la tensión del juego, es imposible contener.
El primer cuarto comenzó con una buena acción, David entraba por la zona y doblaba el balón a Jesús, que libre de marca desde el lateral anotaba de dos. Pero Power Rangers contestaba desde el exterior con un triple y una canasta consecutivas. El juego pronto se embarulló y los puntos de los Picotas llegaban a base de tiros libres, aunque sólo acertaban uno de cada dos. En defensa, a pesar de la zona 3-2 propuesta, Power Rangers lanzaba desde la línea de 6,25 con comodidad y mostraron su acierto anotando hasta 4 en este periodo para dejar el marcador 17 a 9.
En el segundo cuarto los Picotas intentaron volcar su juego en el interior, donde eran claramente superiores, al menos en centímetros, porque sobre la pintura la agresividad de los de negro y la actividad demostrada hacían que no fuera posible aprovechar esa baza. De nuevo, anotar una canasta costaba un mundo y sólo Antonio primero y Óscar después lo consiguieron al inicio y mediado el cuarto. Mientras, los locales, sin realizar un juego brillante, no sólo mantenían su ventaja, sino que la aumentaban de 8 a 12 para terminar la primera parte 27-15.
La segunda parte se inició con un triple a tabla -pero tirado a tabla, no de rebote- "made in David". Luego Dani conseguía una de dos al finalizar un contraataque. Los Picotas recortaban 5 puntos cuando comenzaron a sucederse los errores arbitrales: pasos no pitados porque "el jugador no obtuvo ninguna ventaja con la infracción", faltas de tiro que no lo eran, aplicación de la ley de la ventaja... Sucesos que fueron alterando el ánimo de los de azul y amarillo, que aumentaron el tono de sus protestas merced al grave agravio comparativo al que estaban siendo sometidos.
Ahora bien, el hecho de que los jugadores eleven el volumen de sus reclamaciones no exime de culpa al señor colegiado y su completa pérdida de papeles, quien se fue gritando como un energúmeno detrás de Óscar y amenazando con expulsar a todo el equipo y finalizar el partido si no cesaban las protestas.
Los parones dieron un respiro a Power Rangers, que volvieron a recuperar la ventaja para terminar el cuarto 37-26.
Sin embargo, en el último cuarto los Picotas les metieron un parcial de 0-8 gracias en buena parte al acierto con los tiros libres de Óscar y David. Pero el 15 anotaba los primeros puntos de su equipo justo cuando más falta les hacía, y volvía aponerles 7 arriba. Si la discusión con el árbitro estaba perdida, ahora también surgían problemas con la mesa, aunque no lo supieran en el momento. Antonio dispuso de dos tiros libres y aunque anotó uno, no fue contabilizado.
En la siguiente jugada Dani clavó un triple, pero el 23 dio la réplica desde una posición complicada en una canasta mitad mérito, mitad suerte. Los Picotas pedían tiempo muerto para sacar desde el medio y en la reanudación Dani seguía empeñado en darle emoción al partido convirtiendo un triple más y poniendo a su equipo a tan solo 3 puntos.
Hicieron falta rápida al 21, que con 14 segundos aún por disputar, tenía la responsabilidad de terminar el partido o darle opciones a su rival. Falló ambos pero en la batalla campal en que se había convertido la lucha por el rebote, el balón le llegó de nuevo y una vez más fue objeto de falta rápidamente (o eso pensaron los Picotas). Curiosamente, se repitió la misma situación con el mismo resultado, salvo que esta vez el rebote no le cayó a nadie y en la pugna por el control entre un jugador de cada equipo el árbitro decretó lucha. Por alternancia de posesión, la pelota correspondía a los Picotas, que de esta manera tenían la oportunidad de efectuar una última jugada completa para al menos empatar el partido. Como mucho transcurrieron 10 segundos, por lo que en 4 daba tiempo más que de sobra para lanzar cerca del aro. Pero la mesa no paró el crono adecuadamente y pitó el final del encuentro, dejando a todos con cara de tonto y mandando más que el árbitro principal, que prefirió no complicarse la vida -como hacen todos, dicho sea de paso- y pitar el final, a pesar de haber decretado lucha antes de escuchar el silbato de la mesa.